Querido hermano:
La vida cristiana y la alegría son dos realidades íntimamente unidas. La alegría cristiana nace de la experiencia de fe en Jesús, que nos muestra cuál es el sentido de nuestra vida en el mundo, la grandeza de nuestro destino.
Nuestra acción apostólica como cofradía no puede ser apagada, triste, sin vida ni entusiasmo, desvirtuando la esencia del mensaje cristiano, debe brotar de la alegría profunda que nace de nuestros corazones convertidos y entregados al servicio del Señor.
Viviendo la alegría en todas las esferas de nuestra vida, nos convertiremos en antorchas vivas capaces de llevar la luz de la esperanza a un mundo enfermo y agonizante por falta de la verdadera luz.
“Compartamos nuestra alegría”
La Junta de Gobierno
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